Un año más europeo

La Europa unida cumple 73 años. Un hito que tiene lugar en un momento crítico para nuestro continente, con la guerra de Ucrania en primer plano. La decisión de Putin de invadir este país vecino ha activado de nuevo el europeísmo. Por un lado, ha espoleado la unión comunitaria en defensa, trasladando el peso de la discusión de nuestras intervenciones en crisis extranjeras –hasta entonces bajo el paraguas de la OTAN– hacia un núcleo político que hemos denominado «autonomía estratégica» con el que, en palabras del Alto Representante, Josep Borrell, los europeos tomamos «las riendas de nuestro propio destino en un mundo cada vez más hostil». Por el otro, la guerra en Ucrania ha acelerado gradualmente y con éxito nuestra transición energética, comenzando por eliminar nuestra dependencia de combustibles fósiles rusos e incrementando las inversiones en renovables. Putin seguramente tampoco vio venir los diez paquetes de sanciones aprobados desde el año pasado, la activación por primera vez de la Directiva de protección temporal (de la que se han beneficiado ya más de cuatro millones de ucranianos desplazados a la UE), el firme apoyo militar de los Estados miembros y de la UE a Ucrania (que supera los 12 mil millones de euros) o los casi 40 mil millones que se han movilizado hasta ahora para ayudar económicamente al país.


Aunque es bien conocido que Europa se crece ante las dificultades, sospecho que la asistencia prestada y el compromiso de la Unión han pillado a más de uno de sorpresa. La pandemia del covid-19 demuestra esta resiliencia comunitaria. El acuerdo histórico para crear los fondos europeos de recuperación cumple tres años en julio. España, el país a la cabeza en cumplimiento de su Plan de Recuperación y, por tanto, en recepción de los pagos, ha recibido ya el equivalente al 53% del total que nos corresponde en transferencias no reembolsables. Dicho de otra manera, más de 37 mil millones de euros percibidos gracias al esfuerzo ingente y al excelente trabajo del Gobierno de España. Además de las reformas comprometidas y en curso (como la reciente reforma de la Formación Profesional o la ley de pensiones), nuestro Gobierno moderniza el país de arriba a abajo con proyectos estratégicos como el PERTE del coche eléctrico o el PERTE del hidrógeno verde. Por ser precisos, en La Rioja se han invertido hasta el momento 327 millones de euros procedentes de Europa. Nuestra comunidad, de hecho, es la primera del país si medimos los fondos NextGeneration per cápita.


Estos dos ejes, la guerra en Ucrania y la recuperación tras la pandemia, han acaparado muchos titulares este año. Otros avances legislativos no han recibido tanta atención mediática a pesar de su importancia y de estar, incluso, vinculados a los primeros. La reforma con la que lograr nuestra independencia energética y completar nuestra transición ecológica está en marcha. Así, por ejemplo, hemos acordado un objetivo vinculante del 42,5% de energías renovables en el consumo energético total de la UE para 2030, una partida extra de 20 mil millones de euros para la transición verde en el Plan para poner fin a la dependencia de la UE con respecto a los combustibles fósiles rusos y unos objetivos de ahorro y eficiencia energética para esta década más duros que los previamente establecidos (del 9% a 11,7%). Todo ello sin olvidar el límite fijado a los llamados «beneficios caídos del cielo» de las empresas energéticas (más de 140 mil millones para amortiguar el golpe de las facturas desorbitadas de energía del pasado invierno) ni la excepción ibérica, ese mecanismo extraordinario que España y Portugal consiguieron arrancar a Bruselas y con el que nos hemos ahorrado los consumidores nacionales más de cinco mil millones de euros desde junio del año pasado. El tope al gasha funcionado tan bien que hace muy poco el Ejecutivo comunitario autorizó su prórroga hasta el año que viene. Pero aún hay más.


Aunque es bien conocido que Europa se crece ante las dificultades, sospecho que la asistencia prestada y el compromiso de la Unión han pillado a más de uno de sorpresa


Todo el paquete legislativo por el clima –conocido como Fit for 55 («preparados para el 55% de reducción de emisiones para 2030»)– se presentó en 2021 y, en menos de dos años, hemos conseguido completar la tramitación de la mayoría de los once dosieres que lo conforman. Desde las normas para reducir las emisiones de coches y furgonetas (que fijan el fin de la venta de coches nuevos de combustión para 2035) hasta el Fondo Social para el Clima (que destinará a partir de 2026 el dinero recaudado del mercado de emisiones de carbono a ayudar a la población más vulnerable de la UE), pasando por el Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (que incentivará a los países extracomunitarios a aumentar su ambición climática). Las instituciones europeas, con el impulso socialdemócrata, han trabajado sin descanso para proteger a los más vulnerables y a las clases medias europeas.


En este sentido, los avances registrados en el último año en el pilar europeo de derechos sociales merecen también que los destaque aquí. Por lo que costó sacarla adelante (¡una década!), comienzo con la ley para exigir que las mujeres ocupen al menos el 40% de los sillones de los consejos de empresas que coticen en Bolsa para 2026. Sigo con la Garantía Infantil Europea, para la que hemos reivindicado los eurodiputados un presupuesto específico y un seguimiento de cerca que garantice su aplicación. Continúo con la ley sobre salarios mínimos adecuados, una ley adoptada con la abstención del Partido Popular que garantiza un nivel de vida digno para los trabajadores de la Unión al tiempo que refuerza la negociación colectiva. Y finalizo con una 'ley rider' a escala comunitaria, que conseguimos sacar adelante en diciembre a pesar de la fuerte oposición de los conservadores europeos (PP y Ciudadanos, de hecho, votaron en contra de reforzar los derechos de las personas trabajadoras de las plataformas digitales).


Podría seguir este artículo enumerando muchas más acciones de la UE. Pero es tanto lo que hemos logrado juntos y tanto lo que tenemos por delante (empezando con la reforma del mercado eléctrico europeo, impulsada por el Gobierno de Pedro Sánchez) que concluyo con lo evidente: la Unión Europea es un experimento de paz y prosperidad único en el mundo. Un proyecto en construcción que funciona y que debemos seguir perfeccionando. Feliz Día de Europa.


Artículo disponible en www.larioja.com

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