En busca de la biodiversidad pérdida

El pasado 9 de noviembre, el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea, junto con la Comisión Europea, alcanzaron un acuerdo sobre el Reglamento de Restauración de la Naturaleza que ha sido respaldado esta semana por la Comisión de Medioambiente, Salud y Seguridad Alimentaria (ENVI) del Parlamento Europeo.


La Ley de Restauración de la Naturaleza es el principal instrumento habilitado hasta la fecha por la Unión Europea para cumplir con nuestros compromisos internacionales en el marco del Acuerdo de Kunming‑Montreal y para abordar la alarmante pérdida de biodiversidad a la que hacemos frente. Por ello, la aprobación de este acuerdo en la Comisión ENVI marca un hito importante en la lucha por preservar la biodiversidad y garantizar la sostenibilidad ambiental en la Unión Europea.


Aunque parecen quedar atrás las numerosas dificultades a las que hemos tenido que hacer frente los partidarios de este reglamento en el Parlamento Europeo, queda aún una última tramitación que superar para que esta Ley pueda entrar en vigor, y es su aprobación en el pleno que está prevista para febrero de 2024.




 «Este reglamento no implica la reprogramación ni de la Política Agrícola Común ni de la Política Pesquera Común»


 Hasta aquí ha sido un proceso largo y duro, lleno de sinsentidos meramente electoralistas y de desafíos políticos y técnicos, que hemos sabido superar gracias a la fuerza del grupo de los socialdemócratas en el Parlamento Europeo, que ha sido clave para su aprobación, y gracias también a la apertura y flexibilidad de los otros grupos progresistas en el Parlamento Europeo, por un lado, y del papel facilitador de la Comisión Europea y del trabajo de la presidencia española del Consejo en las negociaciones interinstitucionales, por otro lado.




El acuerdo alcanzado refleja nuestro compromiso con los ciudadanos y el medioambiente, estableciendo el objetivo general de implementar medidas de restauración en el 20% de nuestras áreas terrestres y en el 20% de nuestras áreas marinas de aquí a 2030, y objetivos específicos y medidas concretas para revertir la degradación de ecosistemas marinos, terrestres, costeros, fluviales, urbanos, agrícolas y forestales. A su vez, el acuerdo introduce las suficientes flexibilidades para facilitar su implantación por parte de los Estados miembros y amortiguar cualquier impacto en los sectores involucrados.


Una vez entre en vigor, los ciudadanos europeos podremos disfrutar de más espacios verdes y árboles en las ciudades, pueblos y zonas suburbanas, que representan el 22% de la superficie terrestre de la UE. A su vez, contaremos con 25.000 kilómetros más de ríos de curso libre en 2030, lo que es crucial para mejorar la salud de los ecosistemas acuáticos y de las llanuras aluviales, y veremos un aumento de las poblaciones de polinizadores y de la biodiversidad de nuestros ecosistemas agrícolas, lo que es fundamental para asegurar la productividad agrícola y la seguridad alimentaria. Los bosques también contarán con más biodiversidad y se deberá alcanzar una buena condición de los hábitats terrestres y marinos ya regulados en legislación europea. Para su implementación, el reglamento establece la obligación de los Estados miembros de elaborar planes nacionales de restauración, detallando las medidas necesarias para cumplir los objetivos establecidos, en los que tendrán que involucrar a los sectores afectados y a los ciudadanos, cuya participación será fundamental para el éxito de la ley.


Sobre las flexibilidades citadas anteriormente, se destaca la aprobación de un freno de emergencia que suspenderá las provisiones correspondientes a los ecosistemas agrícolas por un periodo máximo de doce meses en circunstancias verdaderamente excepcionales que puedan tener un impacto muy severo en la seguridad alimentaria. A su vez, se incluye una provisión que clarifica que este reglamento no implica la reprogramación ni de la Política Agrícola Común ni de la Política Pesquera Común.


La inclusión de estas líneas ha permitido formar una mayoría de apoyo al acuerdo aunque, con varias elecciones nacionales celebradas recientemente y con las elecciones europeas previstas en medio año, ningún grupo conservador ha manifestado abiertamente su apoyo a la ley. Como si recuperar la naturaleza fuera un sacrilegio que no merece un respaldo formal por su parte; como si recuperar los ecosistemas no fuera necesario para garantizar un futuro a largo plazo para todos los sectores de nuestra economía; como si restaurar nuestros hábitats no fuera vital para que podamos hacer frente al cambio climático. Craso error.


No obstante, aún queda el voto y aprobación en el pleno. Este último voto en pleno no debería obviar que la naturaleza es fundamental para la vida humana, al proporcionarnos alimentos nutritivos, oxígeno y recursos naturales, o al absorber CO2, mitigando el cambio climático. Tampoco debería obviar que la economía mundial depende en gran medida de los servicios y materiales proporcionados por los ecosistemas, como demuestra el hecho de que más del 50% del PIB mundial está vinculado a la naturaleza y a sus servicios. Este último voto en pleno no debería obviar lo que los grupos conservadores han obviado durante todo el proceso negociador: que sin naturaleza no hay futuro.


 


Artículo completo disponible en larioja.com

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