Falsedades y mentiras en torno a la Ley de Restauración de la Naturaleza

Desde su publicación el 22 de junio, tras varios retrasos por parte de la Comisión Europea, la propuesta de reglamento para la restauración de la naturaleza está siendo objeto de diversos "ataques" mediante falsedades y mentiras por parte de los grupos conservadores en el Parlamento Europeo, de varios Estados miembros y de los sectores económicos que precisamente más se podrían beneficiar de unos ecosistemas restaurados y saludables.


Una de las falsedades más reiterada es que este Reglamento tendrá un impacto negativo en la seguridad alimentaria. Además de falso, es inmoral hacer creer a los ciudadanos que la seguridad alimentaria depende sólo y exclusivamente de la forma en que producimos los alimentos o de cómo cuidamos nuestros ecosistemas. La seguridad alimentaria es una cuestión mucho más amplia, y que va más allá del ámbito de aplicación de este reglamento. Depende de cuestiones geopolíticas, de los precios y la inflación, de la dependencia exterior de insumos o del cambio climático, entre otros muchos factores.


Además, este reglamento va a conseguir lo contrario: asegurar una producción sostenible a largo plazo en la UE. Lo que sería contraproducente para la seguridad alimentaria sería no adoptar este reglamento y no contar con ecosistemas saludables a largo plazo que puedan asegurar la producción alimentaria y otras muchas funciones y servicios de los ecosistemas.


La UE cuenta además con una de las tasas de exportación de productos agrícolas más altas del mundo, así como con una de las tasas más altas de desperdicio alimentario, por lo que este argumento cae por su propio peso.


Por otro lado, quienes se posicionan en contra, tienden también a confundir y mezclar conceptos y provisiones del reglamento de uso sostenible de pesticidas. El reglamento de restauración de la naturaleza no implica un aumento de las zonas protegidas, no recoge el concepto de zonas sensibles y no incluye ningún objetivo de reducción de pesticidas ni general ni centrado en zonas sensibles. Estos son los hechos.


En el Parlamento Europeo, donde soy ponente de esta propuesta de Reglamento tan importante, acabamos de comenzar las negociaciones. Nos esperan meses de duro e intenso trabajo, con grupos y diputados que incluso han planteado en sus enmiendas rechazar directamente la propuesta.  Personalmente, creo que es un error rechazar una propuesta pensada para recuperar y restaurar aquellos ecosistemas que por su degradación no están cumpliendo con sus funciones, entre ellas la propia función productiva. Para poder abordar posibles desajustes y llegar a acuerdos comunes y a un terreno común, hay que sentarse a negociar.


Los ciudadanos nos han elegido para buscar las mejores soluciones posibles. Nuestra legitimidad democrática como representantes de los europeos supone que debemos ejercer plenamente nuestras funciones, esto es, debatiendo, siendo constructivos y tratando de encontrar la mejor solución.


Por todo ello, espero y confío en que estas falsas informaciones se superen y encontremos el acuerdo hacia el mejor texto posible. Los ciudadanos y la naturaleza nos esperan.


Artículo disponible en www.blogs.publico.es

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