No hay futuro en un planeta herido

En una línea se pueden resumir miles de horas de trabajo y cientos de documentos científicos: no estamos haciendo lo suficiente para frenar el calentamiento global. Así lo certifica el crecimiento ininterrumpido (salvo la breve excepción del confinamiento por COVID-19) de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). Las razones son muy fáciles de entender: no estamos transformando nuestro sistema de producción ni nuestros patrones de consumo lo suficientemente rápido, nuestro sistema energético sigue dependiendo demasiado de los combustibles fósiles e, inevitablemente, nuestra industria está lejos de alcanzar la transformación casi total que precisa. Lo dicho: no estamos haciendo lo suficiente. La única buena noticia que nos deja el último informe del Grupo Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC) es que todavía hay margen para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.


El informe del Grupo de Trabajo III (mitigación del cambio climático) contribuye, como el informe publicado a finales de febrero por el Grupo de Trabajo II (impactos, vulnerabilidad y adaptación), al documento final que publicará el GIEC a finales de 2022. Y sus conclusiones son muy claras. Los datos demuestran que estamos cada vez más lejos de evitar que la temperatura del planeta supere el 1,5ºC sobre los niveles preindustriales. En otras palabras: estamos cada vez más cerca de convertirnos en un planeta invernadero, lo que provocará un cambio climático extremo con graves consecuencias para la salud de las personas, los ecosistemas y la biodiversidad.


Por tanto, la acción climática es necesaria y urgente. Los expertos nos advierten, una vez más, que hemos de transformar profundamente nuestros sectores económicos y nuestra manera de consumir. Y avisan: si no tomamos medidas inmediatas para que las emisiones globales alcancen su máximo en los próximos tres años y luego empiecen a disminuir, será muy complicado que alcancemos los objetivos de París. En definitiva, condenaremos al planeta y a nosotros mismos a una catástrofe climática. Si queremos evitarlo, tenemos que escuchar a los científicos. Los gobiernos locales, regionales y nacionales, así como las instituciones supranacionales, deben seguir sus indicaciones para evitar que el calentamiento global supere los 1,5 grados centígrados. Para conseguir la neutralidad climática en 2050 debemos reducir para mediados de siglo el uso del carbón en un 95%, el del petróleo en un 60% y el de gas en un 45%. [...]


La cuenta atrás ha comenzado. Como dijo Josep Borrell, Alto Representante de la UE, en el Parlamento Europeo esta semana, la geopolítica y el cambio climático se dan la mano hoy en un objetivo común: disminuir la dependencia energética. Nuestra independencia energética pasa por el desarrollo pleno y total de las energías renovables.


Es el momento de que todos los países del mundo se suban al tren de la transición ecológica y energética liderado por la Unión Europea. Tenemos que adoptar medidas ambiciosas y hacer cambios sustanciales en los principales sectores de la economía. No será fácil, pero tampoco imposible. Hay demasiado en juego: nuestro planeta, nuestras vidas, nuestro futuro.


Artículo disponible en www.larioja.com

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