Espacios naturales protegidos: ¿de qué hablamos?

La actualidad es caprichosa. Y el ser humano tiene mala memoria, lo que combinado con su androcentrismo, provoca que, muchas veces, caminemos en círculos. Esta sensación de déjà vu la hemos tenido en nuestra comunidad hace tan solo unos días cuando una minoría ha acaparado titulares con sus actos vandálicos e insultos homófobos en contra de la declaración del Alto Najerilla como parque natural.


Sin embargo, la controversia sobre los espacios naturales protegidos no es nueva. Cuando EE.UU. fundó el parque nacional de Yellowstone en 1872 encontró una considerable oposición local. Con el tiempo, no solo cambiaron de opinión los habitantes del lugar, sino la incipiente comunidad internacional. Se inició un movimiento imparable de preservación de la naturaleza que ha crecido sin descanso desde entonces. España se sumó a la ola conservacionista en 1918, con la aprobación de la Ley del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. Mucho después, en 1979, la Unión Europea puso la primera piedra de su política de conservación con la Directiva de Aves. A esta siguió en 1992 la Directiva de Hábitats, por la que se creó la exitosa red Natura 2000.


En treinta años, hemos conseguido cubrir un 26% del territorio de la UE, un hito que se ha logrado de manera progresiva y conjunta, al margen de los colores políticos e involucrando a la población local en el proceso. El objetivo es llegar al 30% para finales de esta década. El Gobierno de La Rioja, por cierto, se ha marcado el 37% como objetivo, un incremento de casi 13.000 hectáreas de superficie riojana protegida.


Si la declaración de espacios naturales protegidos tuviera unas consecuencias tan catastróficas para el territorio y los habitantes del lugar, ¿por qué sigue aumentando entonces el territorio terrestre y marino protegido en todo el mundo? ¿Es, acaso, un capricho que perjudica al mundo rural, como denuncian algunos? Si nos atenemos a los datos, no parece que sea el caso. Alemania, el país más rico de Europa, ha protegido nada menos que un tercio de su territorio.


Otros Estados miembros con diferentes niveles económicos como Austria, Polonia o Países Bajos registran porcentajes por encima del 30%. Nuestro país cuenta con el 27% de su superficie terrestre protegida en la Red Natura 2000 (y el 13% de la marina). Esto se traduce en un beneficio económico de 43.661 millones de euros, según datos del Miteco de 2019. Es decir, nada menos que el 4% del PIB español. Es más, está demostrado que por cada euro invertido en la Red Natura se obtiene un beneficio bruto de al menos 22 euros. Entonces, ¿cuál es el problema?


Cuando el Gobierno de La Rioja comenzó el proceso de declaración del Parque Natural del Alto Najerilla lo hizo a instancias de los ayuntamientos que integran la comarca. Ayuntamientos que no comparten en todos los casos grupo político, pero sí un interés inequívoco por el desarrollo de sus comunidades locales. Por eso, resulta incomprensible poner en duda ahora la legitimidad y objetivos del proyecto. Menos aún cuando todo el proceso se ha caracterizado por la transparencia, con la organización de decenas de reuniones in situ y hasta una jornada de puertas abiertas en la propia comarca. La polémica, por tanto, no es tal.


Con este proceso puesto en marcha por el Gobierno de La Rioja, el Parque Natural del Alto Najerilla se convertirá en el segundo parque natural de la región, junto con el Parque Natural de la Sierra de Cebollera, cuya declaración se remonta a 1995. En un primer momento, el proyecto se enfrentó a la oposición de los locales. Es decir, nada que no suceda cada vez que se plantea la protección de un espacio natural. El miedo a lo nuevo es humano. Como también lo es la rápida adaptación a los cambios, que es lo que sucede cada vez que se declara un espacio natural protegido. De este modo, las reticencias dieron paso a la aceptación e integración del parque entre la población del lugar, que se ha beneficiado en estos años de un desarrollo socioeconómico y un impulso turístico notables, como todos sabemos.


El enfoque, los objetivos y la filosofía del parque natural del Alto Najerilla es igual en un parque que en el otro porque tienen el mismo espíritu de conservación de la naturaleza y de promoción del desarrollo socioeconómico. Lo que tampoco ha cambiado es el compromiso férreo y la ambición del Gobierno socialista de La Rioja para proteger nuestra biodiversidad. Me refiero a la Ley de Biodiversidad y Patrimonio Natural recién presentada por el Ejecutivo. Un texto que, además, es coherente con la ley europea de restauración de la naturaleza en la que trabajaremos próximamente en Bruselas. Porque el cuidado de la naturaleza es vital no solo por cuestiones medioambientales, sino también «por la enorme dependencia que nuestra salud, nuestro bienestar o nuestra economía tienen de la diversidad biológica», como dijo el consejero Dorado.


El empeño del Gobierno es aunar la protección de la valiosa naturaleza riojana con el desarrollo sostenible, poniendo en valor tradiciones sostenibles como la ganadería extensiva y proporcionando oportunidades a una población que, en el caso del Alto Najerilla, se enfrenta a un reto tan importante como el demográfico. Por fortuna para la mayoría, todos seguirán trabajando sin desviarse de este objetivo, a pesar de los intentos de sabotaje y falta de respeto que unos pocos demuestran en el camino.


Artículo disponible en www.larioja.com.

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