César Luena, eurodiputado socialista riojano. / SONIA TERCERO
«El efecto arrollador del cambio climático hace que el hombre no sea el único en sufrir las consecuencias»

En un año en el que la crisis climática está mostrando su peor rostro en forma de inundaciones, intensas olas de calor o incendios, la Cumbre del Clima se erigía como la principal vía para adoptar medidas que permitiesen mitigar la emergencia climática. Tras una conferencia en la que la Unión Europea tuvo que batallar para que, al menos, se mantuviesen los anteriores compromisos, los resultados, a juicio del eurodiputado socialista riojano y vicepresidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, César Luena, «podrían haber sido más ambiciosos». «Hace falta asentar las bases para la siguiente cumbre y asumir que no se puede ir nunca a un aumento de 1,5 grados porque, con los planes actuales presentados, iríamos a finales de siglo a un aumento de 2,7 grados que provocaría niveles de no retorno y condiciones de no habitabilidad», advierte.


– La Cumbre del Clima ha tenido muchos claroscuros, donde la lucha contra el cambio climático parece no haber encontrado ninguna solución. ¿Qué es lo que ha fallado?


– Todas las cumbres son complicadas, porque hay muchas situaciones distintas entre los países y muchos intereses en juego. Es verdad que queríamos aumentar los niveles de ambición de reducción de emisiones y no lo hemos conseguido, porque hay países como China o India que están muy reticentes, pero se ha introducido el concepto de justicia climática para crear un fondo económico destinado a las naciones más expuestas al cambio climático. La cumbre avanza, pero podríamos haber esperado mejores resultados. Lo importante es que se mantiene el objetivo de reducir las emisiones, a pesar de que no se ha alcanzado el compromiso de recortarlas más; se avanza en la compensación y se introduce el fondo de adaptación, que persigue la preservación de los humedales o la repoblación de los bosques.


– ¿Qué compromisos deberían haber salido de la COP27?


– El compromiso de reducir los gases de efecto invernadero; una presentación de planes concretos nacionales para disminuir, en mayor porcentaje, el calentamiento del planeta. Esto se traduce en un mayor liderazgo, en la referencia, donde está el paquete europeo del plan Fit for 55, que consiste en reducir al 55 o incluso al 57% las actuales emisiones de efecto invernadero para 2030. Para ello tiene que haber una transición ecológica hacia energías limpias, sostenibles, que es lo que tienen que hacer otros países –como ya lo estamos haciendo nosotros– sin soberbia, con la obligación de señalar un camino que estamos afrontando con éxito y que ya lo vemos en el caso español: somos el país que más está bajando la factura energética por el peso de las energías eólicas y solar.


– ¿Qué análisis puede hacer Europa de los acuerdos alcanzados en la cumbre climática?


– Hace falta sentar las bases para mejorarlas en la próxima cumbre, así como la consolidación del papel europeo como un papel de referencia, de liderazgo, porque fue la Unión Europea la que tuvo que poner firme a muchos países y alargar un día la cumbre para que, al menos, se mantuviesen los compromisos anteriores de la cumbre de Glasgow y se asumiese que hay que reducir los gases de efecto invernadero, porque son los que provocan el calentamiento. No se puede ir nunca a un aumento de 1,5 grados porque, con los planes actuales presentados, iríamos a finales de siglo a un aumento de 2,7 grados, lo que sería un desastre, provocaría niveles de no retorno y condiciones de no habitabilidad.


– ¿Cuál es el camino a seguir de cara a la próxima COP15?


– En la cumbre sobre biodiversidad que se celebrará la próxima semana en Montreal intentaremos alcanzar un acuerdo vinculante entre los países para que, por lo menos en 2030, se hayan protegido el 30% de los ecosistemas, tierras y océanos. También trataremos de introducir objetivos concretos, es decir, realistas, que se puedan medir si se han cumplido; y mecanismos financieros internacionales, porque son proyectos muy determinados de conservación y restauración de la naturaleza. Perseguimos ambición, un acuerdo global legal vinculante y financiación.


– En un contexto acuciado por los efectos del cambio climático, en el que cada vez hay más especies en declive, suelos en peor estado... ¿Ve posible cumplir ese objetivo en el plazo previsto?


– Es posible incluso aumentar esa ambición, pero todo depende de la voluntad y compromisos políticos de los países. Con la Ley de Restauración de la Naturaleza se persigue evitar la desaparición de los ecosistemas y prevenir la pérdida de biodiversidad, lo que se puede hacer si hay voluntad política. El reglamento que espero que aprobemos el año que viene prevé que sean los países los que elaboren sus planes de restauración, ya que son actuaciones muy concretas. Hablamos de un periodo de ocho años en total que yo creo que es suficiente para que los estados lo lleven a cabo, pero todo depende de que paremos la desaparición de los ecosistemas y los recuperemos, porque todavía estamos a tiempo de hacerlo.


– La biodiversidad es la otra cara de la misma moneda, pero parece que siempre se queda más olvidada. ¿Falta sensibilización?


– Puede quedar a veces en un segundo plano, pero creo que cada vez más hay una mayor conciencia y si no, una percepción, de que más que una crisis climática estamos viviendo una crisis planetaria. Una parte son los efectos del cambio climático, sobre los que ya es difícil que los negacionistas encuentren argumentos serios, pero por otro está la crisis de especies o de biodiversidad. Los efectos arrolladores del cambio climático han sido tales que han evidenciado que provoca un calentamiento del planeta que desemboca en un cambio para todas las especies, no solo para la humana. El antropocentrismo es muy fuerte, pero tenemos que darnos cuenta que no solo es el humano el que sufre los efectos del cambio climático y el cambio en las condiciones de habitabilidad, porque miles de especies desaparecerán si no introducimos objetivos muy ambiciosos con acuerdos legales y conseguimos financiación. De lo contrario, veremos cómo dentro de veinte, treinta o cuarenta años se habrá producido ese fatal desenlace, del que todavía estamos a tiempo de revertir. En la cumbre intentaremos alcanzar el acuerdo para conservar las especies y ecosistemas.


– Desde que comenzó la guerra, la crisis energética se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de la UE, que ha tratado de alcanzar una solución a este problema. ¿En qué punto está Europa y cuáles han sido los últimos pasos en la consecución de la independencia energética?


– Estamos bastante mejor, porque todo se traducía en acciones concretas para lograr la transición ecológica, sobre la que la guerra nos ha demostrado que no solo debía darse por razones climáticas, sino también por cuestiones geopolíticas. Estamos acelerando el despliegue de las energías renovables para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, así como planes concretos para mejorar la eficiencia energética. Todo ello implica una política de adaptación de los ciudadanos y las empresas, diversificar los suministros y buscar proveedores de gas, petróleo o carbono. En ese tiempo de transición hasta que pasemos a la energía renovable, tenemos que encontrar otros proveedores, porque no podemos depender de Rusia; sabiendo que necesitamos una infraestructura energética compatible con el clima. El momento actual más relevante es que ha habido una buena práctica, la del tope del gas, sobre la que la UE no encuentra aún el modo de aplicarlo, pero que en España y Portugal ha sido un éxito. También me quedo con el plan de la CE de que los estados reduzcan el consumo de electricidad, con la propuesta de un impuesto sobre los beneficios de las energéticas, que ya se está tramitando en España; con abordar una reforma estructural del mercado del gas y la electricidad, y con crear un banco europeo de hidrógeno.


– Los últimos acontecimientos no hacen pensar que la escalada vaya a cesar. ¿Sufrirá la población europea los efectos de la pobreza energética que cada vez se evidencian más en Ucrania?


– A esos niveles, no, porque todas las políticas que se han llevado a cabo desde la UE buscan garantizar las reservas y asegurar que haya un invierno de tranquilidad para todos los ciudadanos europeos. Hay suficientes garantías, porque se han tomado las decisiones oportunas, pero hay que seguir trabajando a largo plazo. Otra cosa es lo que pueda suceder en Ucrania, donde estamos desplegando todo el apoyo económico y los mecanismos de solidaridad para que el Gobierno ucraniano pueda proteger a su población de los ataques armados de Putin.


Artículo disponible en www.larioja.com. 

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