Perspectivas de futuro comunitario

La Unión Europea se ha enfrentado en los últimos dos años a retos inmensos que, a pesar de lo que habría podido esperarse en un principio, han impulsado la rápida puesta en marcha de una serie de iniciativas políticas integradoras únicas en la historia comunitaria. Las crisis de los últimos años han impulsado la ambición de cambio. El éxito de las nuevas medidas ha alimentado, especialmente en el seno del Parlamento Europeo, las ganas de avanzar. Así, la Eurocámara ha acogido durante el último año dos debates de gran importancia para el futuro de la Unión. Me refiero, en concreto, al debate sobre la iniciativa de reforma de la Ley Electoral Europea y a la Conferencia sobre el Futuro de Europa.


La primera nace de la necesidad de articular unas verdaderas elecciones europeas. Y es que, desde los primeros comicios para elegir a los miembros del Parlamento Europeo, los ciudadanos de los Estados miembros han votado siempre a los candidatos en circunscripciones nacionales y de acuerdo con las normas propias de cada país. Por eso, esta iniciativa legislativa propone reformar la ley electoral de la UE (de 1976) para definir un sistema electoral uniforme aplicable en toda la Unión que ponga fin a lo que hoy son veintisiete elecciones separadas. Para ello plantea un doble voto: uno para elegir a los eurodiputados en las circunscripciones nacionales y otro para hacerlo en una circunscripción europea. Esta revolucionaria propuesta, impulsada por el compañero socialista Domènec Ruiz Devesa, introduce una lista transnacional dotada con 28 escaños que garantice una representación geográfica equilibrada y la igualdad de género. En este punto específico contempla el texto la obligatoriedad de las listas cremallera (alternancia de un candidato masculino y una candidata femenina) o las cuotas. Además, el Parlamento Europeo quiere facilitar que los electores voten al futuro presidente o presidenta de la Comisión Europea mediante un sistema de “candidatos principales” en las listas europeas y que lo hagan a la vez mediante el establecimiento de la jornada electoral el día 9 de mayo, Día de Europa. En definitiva, hemos apoyado, por amplia mayoría, dar forma a unas nuevas elecciones europeas más federales, más representativas y más democráticas.


El segundo momento crucial del que me gustaría ocuparme aquí es la Conferencia sobre el Futuro de Europa, una serie de debates ciudadanos dirigidos a dialogar, justamente, sobre cómo quieren los europeos que sea el futuro de la UE. Se trata de la primera vez en la historia comunitaria que se realiza un ejercicio democrático paneuropeo de estas dimensiones. Más de 53 mil personas presentaron su visión de futuro para la Unión a través de una plataforma multilingüe. En total, un año de trabajo a lo largo y ancho del continente que produjo más de 18 mil ideas, 22 mil comentarios y casi 7 mil eventos que culminaron, a su vez, en 49 propuestas y más de 300 iniciativas en áreas temáticas clave como cambio climático, salud, migración o Estado de derecho. Y todo ello a pesar de haberse organizado la Conferencia en medio de una pandemia. Uno de los indicadores decisivos para apoyar una mayor integración europea es este éxito de participación. El otro es el contenido mismo de las recomendaciones ciudadanas, entre las que figuran la concesión al Parlamento Europeo de un derecho de iniciativa legislativa (actualmente en manos exclusivas de la Comisión Europea), superar la unanimidad obligatoria en política exterior en el Consejo o el derecho a la asistencia sanitaria para todos los ciudadanos de la Unión.


La conclusión de todo esto es que la construcción de una Europa más federal y más democrática es un clamor ciudadano y, especialmente, de los más jóvenes. Los retos a los que nos enfrentamos hoy y a los que nos enfrentaremos en el futuro demandan una respuesta unida. Es solo con esta unidad y solidaridad entre Estados miembros, entre todos los europeos, como lograremos sobreponernos a las dificultades y vencer las amenazas que hacen peligrar nuestro proyecto comunitario.


Los socialdemócratas defendemos esta idea de futuro para Europa y, por eso, trabajamos mano a mano con la sociedad civil desde el Parlamento Europeo para convertir en realidad las propuestas de los ciudadanos. Debemos asegurarnos de que las conclusiones de la Conferencia se apliquen. Ese es el deber de la Unión y la misión de la Eurocámara. Porque solo hay un futuro posible: más participación, más federalismo y, siempre, más Europa.


Artículo disponible en www.infolibre.es.

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