Más Unión que nunca

El Día de Europa que hoy celebramos conmemora la Declaración Schuman, un hito de la historia europea que se produjo cuando, hace 72 años, los europeos decidieron aparcar la guerra y el enfrentamiento entre naciones para, en su lugar, optar por la cooperación política. A la lista de efemérides comunitarias deberíamos sumar el 21 de julio de 2020, cuando el presidente del Consejo anunció en Twitter: «Deal!» («¡Trato hecho!»). Nunca una sola palabra había significado tanto. Si el COVID-19 arrancó un periodo convulso de extrema vulnerabilidad, la pandemia trajo consigo el derrumbe de unos cuantos tabúes. Como casi siempre, la crisis no ha hecho sino fortalecer la Unión. [...]


La locura del Hitler del siglo XXI nos coloca al borde de un conflicto de extrema gravedad y proporciones desconocidas que ilustra, además, la amenaza existencial que supone la Rusia de Putin para la UE. Los cinco paquetes de sanciones aprobados y el repertorio de medidas adoptadas hasta la fecha, entre las que figura la financiación con 1.000 millones de euros para material militar, se suman a la activación, por primera vez en la historia comunitaria, de la Directiva de Protección Temporal. Esta ley ofrece una respuesta garantista al éxodo de refugiados ucranianos en la UE, al permitirles acceder a un permiso de residencia y trabajo rápidamente.


La respuesta firme de la UE pone de manifiesto, de nuevo, que la vía federal es ambiciosa, pero necesaria. ¿Cómo si no vamos a lograr asegurar nuestra autonomía estratégica? Como dijo recientemente la vicepresidenta Calviño, es un hecho que «Europa necesita emprender un esfuerzo inversor masivo» para lograrlo. La transición energética requiere músculo financiero, además de compromiso político y social. Tan urgente es que cerremos el grifo del gas con Rusia como que despleguemos la potencia total de las energías renovables.


Los socialdemócratas europeos defendemos que esto es posible y trabajamos para conseguirlo de manera justa, sin dejar a nadie atrás. Un claro ejemplo es el reciente acuerdo conseguido por el Gobierno de España para desacoplar el coste del gas del precio de la electricidad, favoreciendo de este modo a millones de empresas y consumidores de toda la Península Ibérica. Por eso, es imperativo seguir avanzando en la plena integración de nuestras economías, políticas y sociedades.


Porque los retos presentes y futuros no entienden de fronteras ni de banderas. La transición ecológica y la transición digital son dos caras de una misma moneda. Una transformación que ahonda en el concepto de autonomía estratégica y resume una apuesta por la supervivencia de la Unión en un mundo altamente competitivo y hostil, como tenemos la desgracia de comprobar estos días. Y no (solo) porque tengamos a Putin al otro lado del otrora telón de acero, sino porque el auge de la extrema derecha en Europa pone en riesgo el proyecto comunitario en sí mismo.


El resultado de Le Pen, obteniendo un 42% de los votos de los franceses el mes pasado, la entrada de sus colegas de Vox en el Gobierno de Castilla y León y el endeble estado de derecho en Hungría son solo algunos de los motivos de alarma que tenemos en la Unión. Pero, como en las demás situaciones, «Europa prevalecerá». Las palabras del presidente Sánchez recogen la esencia de buena parte de los europeos: el convencimiento de que juntos somos mejores, somos más fuertes. Y, sobre todo, que pase lo que pase, seguiremos estando más unidos que nunca.


Artículo disponible en www.larioja.com

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