La hora de la verdad de la UE

En artículos anteriores en este mismo diario, me he mostrado muy crítico con la lentitud en la toma de decisiones del Consejo europeo, y con la insolidaridad, quiero creer que algo inconsciente, de algunos gobiernos de países miembros (Holanda y Alemania) ante la crisis actual y las necesarias medidas que han de adoptarse. Aún así, Europa se está moviendo, pero no lo suficiente. Como ha dicho el presidente Pedro Sánchez recientemente, «Europa se la juega».


Ahora, cuando los grandes problemas y retos de la humanidad no responden a parámetros nacionales, resulta difícil dar los pasos adecuados en la buena dirección. Estamos abriendo camino, no existen precedentes. Nosotros y lo que hagamos (y no hagamos) ahora será el ejemplo que otros en el futuro seguirán o evitarán a toda costa.


Instituciones centrales de la Unión, como son el Parlamento Europeo y la Comisión, creen en ello. Por principio, pero también por miedo, y es que sobrevuela por Bruselas el temor a repetir los errores de 2008 y que la ciudadanía vuelva a preguntarse: pero, ¿qué está haciendo Europa? Por eso, la Comisión, el Parlamento, el Banco Central Europeo, el Banco Europeo de Inversiones y el resto de instituciones comunitarias están trabajando con determinación para responder a esta cuestión.


El abanico de medidas adoptadas pretende sin ninguna duda abarcar amplios espectros de la sociedad y la economía europeas. En el ámbito de la salud pública, se puede resaltar, por ejemplo, que se han organizado, impulsado y adjudicado en un tiempo récord hasta cuatro licitaciones para obtener equipos de protección personal; se ha creado y financiado la reserva estratégica de equipos y material sanitario RescEU, así como el Instrumento de Apoyo para Emergencias, con más de 3.000 millones de euros; se ha fundado un panel independiente de expertos epidemiólogos a nivel comunitario; se ha adoptado un reglamento para coordinar la exportación de equipos de protección personal y se está estudiando con la industria cómo canalizar líneas de producción existentes hacia la fabricación de material médico de urgencia.


A nivel económico, naturalmente, el paquete de medidas es potente e incluye la movilización de hasta 750.000 millones de euros por el BCE para comprar activos públicos y privados de los Estados miembros; la flexibilización del marco presupuestario exigido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento; el lanzamiento del sistema de reaseguro de empleo SURE por valor de hasta 100.000 millones de euros; la provisión de mil millones de euros en liquidez inmediata para PYMES y la creación de un fondo adicional de inversiones para ellas dotado con 20.000 millones de euros; la ampliación del Fondo Europeo de Solidaridad para cubrir emergencias sanitarias, poniendo a disposición de los Estados miembros hasta 800 millones de euros; la Iniciativa de Inversión en Respuesta a Coronavirus, con más de 37.000 millones de euros movilizados del presupuesto comunitario y la suspensión temporal de las reglas de ayudas de Estado a empresas.


Podríamos continuar mencionando la actuación de la UE en la gestión de fronteras (por ejemplo, permitiendo la organización, funcionamiento y coordinación de los Carriles Verdes), la repatriación de europeos atrapados fuera de nuestras fronteras (más de 5.000 de nuestros conciudadanos han regresado a casa gracias al Mecanismo Europeo de Protección Civil) o en la protección de la industria europea (implementando medidas que impidan la compra por parte de capital extranjero de industrias clave en situación de vulnerabilidad).


Con todo, Europa debe moverse más y más rápido en esta hora de la verdad. Ante esta crisis sanitaria, la UE necesita estandarizar, como hemos pedido los socialistas, la detección del coronavirus para poder así disponer de datos comparables y mejorar la coordinación de los sistemas sanitarios a través de una Unión de la Salud que permita, además, aumentar la inversión que se va a requerir en el sistema sanitario.


Y, sobre todo, debe implantar los bonos mutualizados para la emisión de deuda y un plan de reconstrucción que movilice cuantos recursos sean necesarios para la fase de crisis económica y social en la que nos adentramos. Estas medidas son irrenunciables, no solo para muchos países como el nuestro o para determinadas familias ideológicas y políticas, sino para la viabilidad futura de la idea de Europa como proyecto de integración continental. Así deben entenderlo los gobiernos hasta ahora reticentes a adoptar estas políticas en el seno del Consejo europeo.


El mercado común y el euro son avances indiscutibles de la construcción europea. Pero son eso, avances. La esencia de la UE está en la cohesión y en la solidaridad. Ante esta hora de la verdad que estamos viviendo, cuando Europa se la está jugando, este principio fundacional de la Unión es el que debe prevalecer e imponerse: la Europa unida en la diversidad, social y para los ciudadanos.


Artículo aparecido en www.larioja.com.

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